diumenge, 5 d’abril del 2009

Ananá ("Espejos" de Eduardo Galeano)

El ananá, o abacaxi, que los españoles llamaron piña, tuvo mejor suerte que el maíz y la papa.

(el maíz, blat de moro, moresc...., era una planta sagrada pels mayas, i va ser batejada amb diversos noms per salvar-lo de la desconfiança i del despreci per venir d'on venia. El van destinar als porcs, tot i que era més rentable que el blat, creixia més ràpid i aguantava la sequera, no era digne de les boques cristianes.

La papa, la patata, també va ser prohibida a Europa, condemnada també pel seu origen americà. Criada sota terra, on l'infern té les seves coves, provocava sífilis i lepra, entre d'altres. La donaven als presoners, als bojos y als moribunds. Aquesta arrel maleïda va salvar de la fam al europeus...)

Aunque venía de América, este manjar de la alta finura fue cultivado en los invernaderos del rey de Inglaterra y del rey de Francia, y fue celerado por todas las bocas que tuviero el privilegio de probarlo.

Y siglos después, cuando ya las máquinas lo despojaban de su penacho y lo desnudaban y le arrancaban los ojos y el corazón y lo despedazaban para meterlo en latas a un ritmo de cien frutas por minuto, Oscar Niemeyer le ofreció, a Brasilia, el homenaje que merecía.

El ananá se convirtió en catedral.

1 comentari:

soda ha dit...

MUCHAS FELICIDADES SOBRINITA.
Un beso y un abrazo muy fuertes de los tres de Cambrils.